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Tengo Otros Datos
Eduardo Esquivel Ancona
Depreciación del peso no es traumática y
puede traer beneficios económicos
El peso mexicano cerró
el primer semestre del año con una depreciación frente
al dólar, lo que representa su peor
disminución desde marzo de 2020 que fue el
año de la pandemia de Covid-19.
La baja de la moneda azteca ante la divisa
estadounidense no es para nada traumática y
puede traer beneficios, como son: que las mercancías mexicanas que
se exportan puedan tener un precio más
competitivo en el exterior; las familias que
reciben remesas en el país pueden adquirir
más pesos por sus dólares, a los turistas
extranjeros que visitan el territorio
nacional les conviene un billete azteca
barato y por último con la depreciación del
peso, hay la posibilidad de que el Banco de
México (Banxico) tenga remanentes de operación y estos entren a
las arcas gubernamentales, y que estos
ingresos extraordinarios sirvan para para el
pago de la deuda y financiar los apoyos y
proyectos de infraestructura de la próxima
presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El primero de diciembre de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia, el
peso cotizaba en 20.3060 unidades por dólar.
Hoy, a más de cinco años del inicio del
gobierno de la Cuarta Transformación, la
moneda mexicana se encuentra en 18.8476 por
billete estadounidense, una apreciación acumulada
de 7.2%, de acuerdo con datos del Banco de
México.
La apreciación o depreciación del peso
frente al dólar tiene distintos efectos económicos.
Por ejemplo, el retroceso del peso frente a
la moneda estadounidense favorece a
exportadores porque los productos hechos en
el país serán más competitivos en
precios.
Las personas que reciben remesas del
exterior, debido a que van a obtener más
pesos por una misma cantidad de dólares.
Al tener una moneda fuerte desincentiva a
cierto grupo extranjeros a venir a México,
es más fácil que estén interesados en
visitar el país con un peso barato y que les
rindan más sus divisas.
Los remanentes de operación del Banco de
México provienen de la revaluación de las reservas internacionales,
y de los ingresos derivados de las
diferencias entre los intereses que la
institución financiera cobra y paga a los
intermediarios financieros.
La banca central mexicana obtiene la mayoría
de sus ganancias de operación de la venta de
dólares a mayor precio del adquirido al
comprarlos; con lo que obtiene una “ganancia”, y es mayor
el beneficio cuando más depreciación hay del
peso frente a la divisa estadounidense: sin
embargo, de lo contrario si hay apreciación
de la moneda mexicana a lo largo del
ejercicio se tienen pérdidas operativas.
La institución que dirige Victoria Ceja puede tener ganancias y pérdidas a lo
largo de su ejercicio, pero Banxico no tiene
un propósito de lucro, por lo que el banco,
tras constituir reservas, está obligado a
entregar a la Secretaría de Hacienda el
importe del remanente de operación, si es
que existe.
El Artículo 19 BIS de la Ley Federal de
Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria
marca el destino de los remanentes de la
banca central, y estipula que cuando menos
el 70% de estos son para la amortización de la deuda pública del gobierno
federal; el monto restante se destinará a
fortalecer el Fondo de Estabilización de los
Ingresos Presupuestales.
Banxico publicó el 23 de abril del 2021 los
estados financieros correspondientes al
ejercicio fiscal 2020, resultando un
remanente de operación de 165 mil 067
millones de pesos; los cuales la junta de
gobierno de la institución determinó
repartirlo de la siguiente forma: 121 mil
775 millones de pesos se designaron a la
amortización de pérdidas acumuladas del
organismo financiero en ejercicios
anteriores; otra parte se asignó a
incrementar el capital contable del banco
central.
Los recursos obtenidos en 2020 por el Banco
de México no se entregaron a la Secretaría
de Hacienda, por lo cual este procedimiento
se interpretó como una decisión mezquina de
parte de los funcionarios del organismo que
en ese entonces era dirigido por Alejandro
Diaz de León, escudando su actuar
en una interpretación de la ley, y no con
criterios para proveer de recursos al
gobierno ante la crisis de salud y
financiera provocada por la pandemia de
Covid-19.
Los alegatos del Banco de México para no
entregar los recursos provenientes del superávit operativo
escondían un mezquino interés de proteger
más los altos sueldos y pensiones de los
funcionarios del banco central, antes de
ayudar a la maltrecha economía del país
provocada por la epidemia de coronavirus.
Los grandes remanentes del Banco de México
del 2020 se debieron principalmente a que la
pandemia fue un punto de ruptura, que
provocó que en marzo de ese año el tipo de
cambio marcara un máximo histórico de 25
pesos por dólar, para después mantenerse por
arriba de las 20 unidades por billete verde,
sin embargo, la moneda azteca se fue
apreciando hasta llegar a menos de 17 pesos
por el billete verde, el pasado mes de mayo.
En abril del 2017, la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público anunció que Banxico había
entregado un remanente de operación por 321
mil, 653 millones de pesos al gobierno
federal; monto que aproximadamente
representaba 1.5% del Producto Interno Bruto
(PIB). El capital
contable del banco central mexicano fue
negativo en 2017, 2018 y 2019, por lo que en
estos años no entregaron recursos por ese
concepto.
Los grandes remanentes que tuvo
Banxico en el 2016 se debieron a que, en el
último día hábil de ese año, el tipo de
cambio cerró en 20.62 pesos por dólar, lo
que representa una depreciación de 19.87%
respecto al cierre de 2015, cuando estuvo a
17.20 pesos.
Los gastos en sueldos de los altos
funcionarios del banco central son muy
elevados y eso merma los remanentes de la
institución.
Habría que recordar que destina mensualmente
14 millones 854 mil 315 pesos para el pago
de pensiones de 97 ex funcionarios, entre
los que se encuentran el ex presidente de
México Ernesto Zedillo Ponce de León, Francisco Gil Díaz y Agustín Carstens,
reveló una investigación de la revista
Contralínea de junio del 2019.
El gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, que
iniciará su mandato el próximo 1 de octubre,
recibirá de la administración del presidente
Andrés Manuel López Obrador un peso
apreciado frente al dólar, cosa que no
sucedía en el país desde que el presidente Luis Echeverria Álvarez recibió el gobierno de manos de Gustavo Díaz Ordaz en
1970.
La depreciación del peso frente al dólar de
las últimas semanas no ha sido traumática
como en pasadas administraciones federales y
puede traer beneficios a la economía mexicana.
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(La columna Tengo Otros Datos se publica en el portal SDP Noticias. Se reproduce con la autorización del autor). |